El café: una necesidad, un placer o una rutina

El café es un fenómeno clave en las ciudades modernas y Barcelona es uno de sus escenarios más vibrantes y sofisticados, para muchos el café hoy en día es mucho más que una bebida. En ciudades como Barcelona, el humilde grano se ha transformado en un fenómeno clave de la energía universitaria. Este artículo propone informar y reflexionar sobre cómo y por qué los estudiantes en la UIC y en la ciudad consumen café, entendiendo su función como más que una simple bebida: es una experiencia compartida y una pausa necesaria desentrañando su trayectoria. 


 
El café: una necesidad, un placer o una rutina

Antes que nada, es importante mencionar que Barcelona cuenta con una tradición cafetera consolidada desde el siglo XVIII, cuando los primeros cafés aparecen como espacios de encuentro, debate y creatividad. Allí se reunieron artistas, estudiantes e intelectuales como Picasso o Santiago Rusiñol. Espacios emblemáticos como el Gran Café Español, inaugurado en 1895, fueron testigos del auge bohemio y de la vida social barcelonesa. 

Hoy, Barcelona se destaca como una de las mejores ciudades para disfrutar del café en España y Europa, ocupando el top 10 en número de cafeterías per cápita y en calidad. Existen unos 560 locales de café de especialidad y el sector está en constante crecimiento, con emprendedores que apuestan por calidad y experiencias únicas en cada taza. 

Así pues, en las universidades, y especialmente en la UIC, el café ocupa un espacio fundamental, con respecto a los estudiantes que consideran aquella taza de café una parte de algún momento a lo largo de su día. Al final las cafeterías tanto universitarias como franquicias externas no terminan siendo solo puntos de venta sino de convivencia y ambientes colectivos que se vuelven frecuentes gracias a ese consumo. 

El Consumo de café en la Universidad 

El consumo de café entre los estudiantes universitarios es múltiple y versátil. Muchos inician el día con una taza para activar la mente, otros hacen pausas durante el estudio o las clases, mientras algunos buscan un momento para relajarse, reunirse con amigos o socializar con profesores y compañeros. 

En Catalunya, la media de consumo es de 2,2 tazas diarias por persona, similar a la media española, aunque menos que en países nórdicos. Sin embargo, aquí destaca la búsqueda de calidad. En la UIC, la cafetería ofrece diversidad de opciones: desde espresso clásico hasta propuestas de café de especialidad, atrayendo a estudiantes por sabor, practicidad y ambiente.

El perfil de consumidor del café usual es joven, de entre 20 y 30 años, con afinidad por lo creativo y por la vida urbana, aunque el café es transversal a todas las carreras y perfiles. El placer de compartir un café, conversar, descansar o inspirarse, forma parte esencial de la rutina académica de muchos. 

Impactos del consumismo del café en el ambiente, la economía y la sociedad 

El café es la segunda mercancía más comercializada en el mundo, después del petróleo. En 2022, se consumieron más de 178 millones de sacos de café (de 60 kg) a escala global. Este auge comparte interesantes impactos positivos ya que económicamente hablando, el café sustenta miles de empleos en hostelería y producción. El auge de las cafeterías en Barcelona y la inserción de café de comercio justo favorece prácticas más responsables y sostenibles. 

Socialmente, el café actúa como un catalizador de la interacción, pero también revela desafíos. Por un lado, refuerza comunidades, impulsa redes y da un sentido de pertenencia a la vida urbana y universitaria, reviviendo su histórica función como espacio de debate y creatividad. Por otro lado, la cadena de suministro global, si bien genera millones de empleos, confronta el reto de asegurar salarios dignos y condiciones laborales justas para los productores en origen, un problema que el movimiento de Comercio Justo busca activamente mitigar. 

Medioambientalmente, el café presenta una huella significativa que requiere nuestra atención consciente. Si bien su cultivo tradicional bajo sombra protege la biodiversidad y los ecosistemas, la expansión de los cultivos intensivos puede contribuir a la deforestación y al alto consumo de agua. Por ello, el reto está en fomentar el consumo de café ecológico y de prácticas de producción sostenible. Además, en el punto de venta, la preocupación principal recae en reducir drásticamente el uso de vasos desechables y sensibilizar sobre la procedencia justa del producto para asegurar un ciclo de consumo más circular y respetuoso con el planeta. 

Llegado este punto, surge un interrogante que invitó a todos los estudiantes a reflexionar: ¿Es el café una necesidad, un placer o una rutina? Cada uno vive su experiencia de manera distinta, y es importante admirar la riqueza de este hábito, siempre considerando que hay límites saludables y que disfrutar del café también implica hacerlo con conciencia. 

Se llevó a cabo una serie de entrevistas entre los estudiantes de la UIC, confirmando que el café es un pilar fundamental en su vida universitaria, con un notable 90% de los encuestados afirmando ser consumidores habituales. Al analizar las motivaciones detrás de este hábito, los resultados mostraron una división que refleja la complejidad de la experiencia: un 39% lo considera una Necesidad, usándolo como herramienta esencial para obtener energía y mejorar la concentración en sus estudios; un 33% lo define como un Placer, asociándolo al disfrute del sabor y a la socialización con compañeros; y el 22% restante lo ve como una rutina, un ritual o costumbre diaria de la que difícilmente prescinden. Esta distribución de motivos subraya que el café, en el contexto académico, opera en un triple nivel: es tanto un requisito funcional para afrontar las exigencias del estudio, como un vehículo para el disfrute y el encuentro, firmemente arraigado como un hábito esencial en su día a día. 

El café, como dosis de energía o disfrute, está en muchas vidas de los estudiantes y profesorado. Su consumo nos habla de la importancia de los pequeños placeres y de los rituales que nos conectan con otros y con nosotros mismos. Al disfrutar de una taza en la UIC o en cualquier rincón de Barcelona, recordemos que cada experiencia es única, que no hay una única manera correcta de vivir el café, y que la moderación y el respeto por el entorno son tan valiosos como el propio disfrute. Al final se trata de explorar nuevas formas de gozar y apostar por un consumo y una cultura cafetera responsable y consciente.