J.A. Bayona, el malabarista de las emociones

J.A. Bayona, el malabarista de las emociones

El pasado diciembre, el cineasta J.A. Bayona presentó su nueva película, La Sociedad de la Nieve (2023), en los cines Phenomena de Barcelona. La sesión consistió en la proyección y un posterior coloquio. Tras llevarse el premio a mejor película de los Premis Gaudí del pasado 4 de febrero, la cinta se presenta como una de las favoritas para los Premios Goya, donde cuenta con 13 nominaciones, y los Premios Oscar, en los que opta a dos galardones. 

 

El director barcelonés vuelve a la gran pantalla desde su último estreno con la tan criticada Jurassic World: Fallen Kingdom (2018). Tras el azote de la pandemia, Bayona nos trae una nueva versión de la historia que ya llevó Frank Marshall a la gran pantalla con Alive (1993).

 

Era octubre del año 1972, el equipo uruguayo de rugby Old Christians llevaba semanas planeando un viaje a Chile para jugar un partido. Los jugadores alquilaron un avión Fairchild de las Fuerzas Armadas Uruguayas que despegaba del aeropuerto de Carrasco en Montevideo. En él viajaban 40 pasajeros y 5 miembros de la tripulación. Su deseo de jugar un partido de rugby en Chile se vio frustrado cuando el avión se estrelló en medio de la cordillera de los Andes. Esta catástrofe dio lugar a una de las historias reales de supervivencia y superación más admirables de la historia de la humanidad. 

 

Juan Antonio Bayona se pone a la cabeza de este proyecto allá por el año 2009 cuando todavía estaba en fase de producción una de sus mayores obras Lo Imposible (2012). Por aquel entonces se publicó la novela La Sociedad de la Nieve (2008) de Pablo Vierci, se trataba del segundo libro que se escribía sobre aquel suceso después del aclamado Alive: The Story of the Andes Survivors (1974) de Piers Paul Read. Bayona compró la novela para documentarse con más historias de supervivencia con el objetivo de rodar la aclamada película del tsunami en Tailandia. “El segundo libro profundiza mucho más en la vida interior de los personajes, ofrece un retrato de cada una de sus personalidades –cuenta Bayona– durante el rodaje de Lo Imposible (2012) me dediqué a leerle el libro a Naomi Watts y Tom Holland para ayudarles en la simbiosis con la vida interior de sus personajes”. 

 

En aquel momento Bayona se decide a contar esa historia, se siente muy atraído por la novela y empieza a buscar la forma de convertirla en película, pero busca hacerlo de un modo distinto a como se hizo en los años noventa. “El reto era encontrar el denominador común entre todas las experiencias de supervivientes y fallecidos –aclara Bayona– Queríamos sacar una idea en común pese a que cada uno tenía un recuerdo distinto”. 

 

El director se rodea de grandes aliados, como su inseparable amiga Belén Atienza, quien ejerce como productora de la película. La dirección de fotografía corre a cargo de Pedro Luque, cuyo trabajo de iluminación con Don’t Breathe (2016) encantó al cineasta catalán. Y, además, Michael Giacchino, gran amigo de Bayona y uno de los mayores compositores del momento, se vuelve a unir al equipo por segunda vez consecutiva tras Jurassic World: Fallen Kingdom (2018), su obra musical hace justicia a su caché dejándola como la que muy probablemente sea la banda sonora del año. 

 

Pese a que la película ha tardado muchos años en ver la luz por la dificultad de encontrar una productora que asumiera un proyecto de autor de tan elevado precio, finalmente apostaron por Netflix como un conjunto que está invirtiendo en cine de autor de gran factura. Dice Bayona que “el mercado convencional no podía absorber nuestro proyecto”. En ningún momento se contempló complacer a las productoras rodando en inglés y con actores de Hollywood, Bayona se centró en buscar el máximo realismo posible y por ello se buscaron intérpretes uruguayos y argentinos. 

 

La película, en una de sus propuestas, nos expone la odisea interior de cada uno de los personajes para decidirse a abogar por la vida y darse al resto del grupo, unirse a ellos para la supervivencia. Entra en juego uno de los factores centrales en la trama, la comida. Tampoco se requiere entrar en detalles, pero es algo con lo que Bayona teje minuciosamente y con una delicadeza y respeto máximos las relaciones entre los personajes y va construyendo sus personalidades de cara al espectador. “Si hubiésemos querido hacer una película sobre la comida, la habríamos cerrado en el momento de la famosa rueda de prensa en Montevideo –explica el cineasta– Si hubiésemos hecho eso estaríamos llevando el juicio al exterior y eso es injusto, nosotros hemos querido hacer un juicio desde dentro, buscando vivir lo que ellos vivieron para comprender mejor su situación y lo que hicieron”. 

 

El propio Juan Antonio hizo referencia también a Josep Campbell, un mitólogo muy popular en el mundo del cine, cuando este hablaba de la trascendencia abogando que la clave residía en entender que “el uno” es lo mismo que “el otro” y “el otro” es lo mismo que “el uno”. A lo que Bayona añade que “todos somos uno”, y que ese pensamiento es el que llevó a los héroes de los Andes a la supervivencia. 

 

Un punto muy interesante en la película es la presencia prácticamente constante de la religión católica en el desarrollo de los acontecimientos. Ya en los primeros minutos se nos plantea una metáfora. Cuando en la celebración de una misa el sacerdote recita el pasaje bíblico de los 40 días en el desierto de Jesús de Nazaret, ya estamos percibiendo una simbología con el porvenir de la acción. Durante toda la cinta vemos referencias a la fe, a Dios, a la providencia… Incluso vemos como con los días uno de los protagonistas nos ofrece un monólogo arrollador para el espectador en el que habla de la representación de Dios en cada uno de los actos que están haciendo sus amigos en la nieve, cada sencillo acto de caridad, humildad y fraternidad. 

 

La película es un viaje al pasado, que –como dice el propio Bayona– siempre es lo que más cambia. El libro de Pablo Vierci ya abrió en su momento la puerta a un nuevo personaje: la muerte. El cineasta catalán cuenta que con su película busca mantener ese espíritu de deuda con los que fallecieron en los Andes, y sostiene que la figura del narrador funciona como un puente entre los vivos y los muertos. El cineasta confirmó que había un poco de división entre las familias de supervivientes y fallecidos, y aún más tras el estreno de la película de los noventa de Frank Marshall, la cual no agradó mucho a los cercanos a los protagonistas. Bayona cuenta que tras ver la película se ha producido una reunión entre todo ese grupo por una causa común, la honra a los que ya no están, a aquellos que murieron para que los demás pudiesen contar su historia, y de eso es de lo que va La Sociedad de la Nieve. 

 

De eso, precisamente, es de lo que habla; una película completamente arrolladora y devastadora emocionalmente, una cinta que promete no dejarte indiferente y que te ofrece una serie de reflexiones como pocas películas lo logran hoy en día. Bayona logra jugar con tus emociones con el pulso de un cirujano. Marca los tempos a la perfección, sorprende, asusta, emociona, te arranca una sonrisa, o incluso una risueña carcajada mientras todavía te estás secando los ojos  humedecidos por la escena anterior. Un tobogán de emociones del que nunca te quieres bajar. Es una obra de arte, lo mejor de Bayona bajo mi punto de vista. Escucho el tema final de la banda sonora de Giacchino y se me pone la piel de gallina. Lo he dicho mucho últimamente y lo volveré a decir, el cine español vive un grandísimo momento y lo vive gracias a cine como este. Solo nos queda decir: ¡Gracias!