Así nos atrapan los vuelos baratos

Noviembre y diciembre son dos meses del año en los que se gasta mucho más dinero de lo habitual. Se acerca la época navideña, cuando la gente compra numerosos regalos y detalles.
Pero antes de Navidad hay un momento en el que el protagonismo lo tienen, en gran parte, los viajes.

Así nos atrapan los vuelos baratos

Cada vez resulta más cómodo y accesible viajar. Lo que antes era una experiencia reservada a unos pocos con alto poder adquisitivo, se ha convertido en una actividad al alcance de casi cualquier bolsillo. Con más aerolíneas low cost que nunca, la gente puede viajar a muchos lugares del mundo por precios que, hace no tanto, parecerían de película.
Empresas como Level, Ryanair o Vueling ofrecen vuelos con grandes descuentos para quienes no les importa sacrificar algo de comodidad o atención de camino a su destino.

Estas aerolíneas operan durante todo el año con tarifas competitivas, pero en los últimos meses se suman dos factores que intensifican las compras y las ganas de consumir este tipo de viajes: el Black Friday y el puente de la Purísima, dos ocasiones que llegan casi unidas.
Este día —el viernes posterior a Acción de Gracias— tiene origen en Estados Unidos, símbolo del capitalismo y del consumismo global.

El Black Friday es ese día de noviembre en el que los precios de casi todos los bienes y servicios bajan drásticamente, lo que multiplica las ventas. Estas rebajas no solo afectan a los productos materiales, sino también a los servicios, como el transporte. Vuelos a Londres por 30 € o a Nueva York por 280 € ida y vuelta son algunos ejemplos de los precios que pueden encontrarse en esta época. Verdaderos chollos que hacen que mucha gente compre viajes no por necesidad, sino por el mero hecho de que están baratos.

Esto se debe a cómo las grandes empresas utilizan estrategias de marketing para hacernos creer que no podemos dejar pasar una oportunidad así. Cuando encontramos un descuento, lo compramos con urgencia, temiendo que la oferta acabe pronto o se agote. Por eso, en esta época del año, la mayoría compra más de lo que realmente necesita.

Vivimos tiempos modernos en los que, desde cualquier dispositivo —ordenador, tableta o teléfono—, podemos comprar un vuelo con un simple clic. Hemos perdido el valor de la paciencia y de las cosas. Poder adquirir casi todo desde la pantalla hace que lo percibamos como algo accesible y sin verdadero valor. Años atrás, el proceso era más largo y tedioso, lo que invitaba a reflexionar mejor sobre el gasto y el destino del viaje.

El puente de la Purísima es una de las festividades en las que más se aprovechan estos descuentos. Una fecha muy próxima al Black Friday y a la Navidad, lo que la convierte en una ocasión perfecta para un viaje navideño.
Sin embargo, aunque cada vez sea más barato volar, eso no significa que la estancia también lo sea. Las tasas turísticas suben en las ciudades más visitadas, los hoteles resultan carísimos y los restaurantes siguen la misma tendencia. En la mayoría de los casos, lo que la gente se ahorra en transporte lo gasta en destino, por lo que todo se convierte en una ilusión de ahorro.

En resumidas cuentas, estos descuentos son una ventaja y una maldición a la vez. Los viajes han pasado, en muchos casos, de ser aventuras emocionantes a simples transacciones impulsivas de la temporada prenavideña.
Las aerolíneas han sabido convertir el deseo de viajar y conocer en una oportunidad de venta, aprovechándose de la inmediatez y el impulso del consumidor ante las ofertas. Los viajes corren ahora el riesgo de convertirse en experiencias rutinarias, perdiendo el valor que siempre tuvieron.