Sacrificio, pasión y dedicación: la cara oculta del ballet

Cada día, Emma se levanta a las 9:00 para preparar su desayuno rico en proteínas y carbohidratos. De ese modo, se asegura tener suficiente fuerza para dedicar todo el día restante al ballet. Muesli casero, plátano congelado, sirope de arce, mantequilla de cacahuete y cereales son los cinco ingredientes imprescindibles para la creación de este plato.
Durante la hora y media de desayuno, Emma aprovecha para estudiar, mirar vídeos de bailarines en Youtube para aprender pasos nuevos, arreglar los desperfectos de aquellas puntas de ballet que aún pueden ser salvadas y responder a los cientos de Whatsapps que la esperan desde hace horas.
Después de desayunar, Emma se prepara para la clase de ballet. Empieza a las 12 y no se le permite llegar tarde. Como cada día, se hará un moño en casa y posteriormente se maquillará. Después, andará hasta a la academia que le queda a 10 minutos de casa.
Hay veces que la vida de una bailarina se complica, y así ha sido con la de Emma. A dos semanas de una competición de danza clásica a nivel mundial y meses de entreno, le ha salido una ampolla en el pie del tamaño de una pelota de tenis. Emma tiene que hacer reposo, eso significa que entrenará todos los días, menos los domingos y, con suerte, podrá presentarse al certamen.
En este preciso momento, Emma se está calzando unas puntas para realizar por primera vez desde la lesión un plié, a petición de su doctora.
Las puntas que Emma tiene en su casa: Las de la izquierda tienen un mes; las del medio, 15 días; y las de la derecha, aún están por estrenar. Emma cambia de puntas cada 30 días por desgaste. Cada par puede costar alrededor de 70 euros.
Después de la lesión, Emma ha tenido que cambiar su rutina para centrarse en la recuperación. Queda una semana para la competición y, aunque el diagnóstico de la Doctora Pérez es positivo, todo parece apuntar que habrá que dejarlo al azar, ya que no es seguro que la ampolla desaparezca en tan solo siete días.
A pesar de su lesión, Emma continúa haciendo estiramientos en su casa. Hoy es domingo y no ha ido a ballet, pero no puede dejar de estirar para así asegurarse de que sus músculos no pierdan la más mínima elasticidad.
Hace unos meses, Dyron Vera, uno de los fundadores de Corella, hizo una sesión fotográfica a Emma. Hoy, ella desea con fuerzas poder volver a estar en las mismas condiciones, para así participar en la competición que tanto lleva esperando y que puede marcar de por vida su éxito profesional.

El pasado 8 de noviembre fue el cumpleaños de Emma Tarragon, una adolescente de 18 años que dedica prácticamente el 100% de su día al ballet profesional. Desde que se levanta hasta que se va a dormir, su vida es arte y en su cabeza no existe nada más importante que la práctica de este deporte. Incluso en el día que cumplía su mayoría de edad, el ballet fue su prioridad.

Emma compagina su pasión con el estudio y, aunque lo hace desde su casa y su organización es casi perfecta, a veces le resulta complicado llevar las asignaturas en regla.

De forma rutinaria, Emma se prepara cada día para ir a las clases de ballet en Corella Dance Academy, una escuela de ballet especializada en la Danza clásica, la cual no abandona hasta pasadas las siete de la tarde.

Al llegar a casa, la aspirante a bailarina profesional, va a dormir pronto para poder rendir bien al día siguiente y así dar lo mejor de ella, no sin antes estirar y ponerse hielo en las articulaciones para prevenir posibles fracturas y esguinces. Sin embargo, hay veces que la precaución no lo es todo.

A dos semanas de participar en una de las competiciones más esperadas para la bailarina y su futuro profesional, Emma sufrió una pequeña luxación en su pie debido al sobreesfuerzo. Emma se puso nerviosa y, toda la presión que estaba recibiendo más su propia exigencia hicieron que se excediera con la cura y el hielo, de tal modo que acabó quemándose el tobillo generando una ampolla lo suficientemente grande como para no dejarle ponerse las puntas.

La esencia de este reportaje fotográfico es intentar plasmar la vida de una chica joven que aspira a poder ser bailarina profesional, así como demostrar que no todo lo que hay en el ballet es bonito, sino que, detrás, hay un gran esfuerzo que, a veces, pasa desapercibido.